Pesadillas

Corría sobre el pavimento,
buscando respuestas que nunca tendrán una.
La neblina fue perdiendo el camino que seguía,
y a lo lejos se escuchaba la melodía,
que el corazón marcaba al final de las pesadillas.
La desesperación y el miedo imperaban en el momento,
pero recordaba que por más miedo,
era tiempo de partir.
Los tormentos no daban tregua ni paz,
entre aquella blancura,
solo podía ver aquel rostro que juzga,
aquellas manos ensangrentadas,
por haber matado aquel corazón,
y que ahora mataba de a poco el propio.
Dejando la sed de no sentir,
y el deseo de no vivir.
Era momento de despojar el alma de el inmundo cuerpo,
alma que no olvidará,
pero si dejara de sentir.
Al final todo una pesadilla,
que noche tras noche varía,
seguiré esperando a que eso pase, 
y mientras caminare ahogando una pena,
y suplicando perdón.
Mientras las pesadillas,
hacen que el alma huya y el cuerpo sufra con el manto de la noche.
Elizabeth Cubillo M.

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