¿A dónde ibas?

Y la noche dejaba de latir,
el frío prevalecía,
el cuerpo temblaba y se estremecía,
entre la neblina y la oscuridad,
que se filtraba por la ventana.
Los ojos a medio abrir,
el alma regresaba a su hogar,
el cuerpo.
Se presentaba cálido,
invitándole a regresar.
Luego de una noche de danzar
entre el libertinaje de la oscuridad
y el encuentro con sus similares,
viajando sin rumbo y sin un recuerdo.
¿A dónde ibas le pregunto con miedo?
Que perdías la noción del tiempo
y olvidabas lo que hacías.
Regresaba a su hogar y al despertar
una sonrisa acompañaba a la luz del día,
sin una respuesta, el silencio perduro,
con un brillo en la mirada picara y viva.
Elizabeth Cubillo M.

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