Templo

El silencio de la sala nos hace atraer,
una mirada intensa,
una sonrisa tímida,
se acercan los cuerpos,
el morbo del pensamiento vuela,
nos volvemos a encontrar pero ahora,
arañando, mordiendo
sintiendo la frescura del cuerpo.
Toma el control,
contrólame,
ser sometido suele ser agradable.
Arranca las prendas,
acaríciame con las fuertes manos,
que éxtasis no solo sea de cuerpo,
que la mente invada más allá,
que los movimientos sean agradables,
placenteros.
Que el silencio termine con el jadear de nuestras bocas,
y el agitar de la respiración.
Manos, labios, pechos, espalda, piernas,
recorre el templo que la puerta está abierta.
Elizabeth Cubillo M.

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