Esperanza

La muerte llamaba a su puerta una vez más.
Vestida de elegancia,
con sus vestimentas llenas de lujuria,
tristeza, soledad, frialdad,
y mucho rencor.
Mi alma corría,
triste, desesperada,
llena de lagrimas,
perdiendo la esperanza,
perdiendo la fe,
perdiéndose en la oscuridad,
buscando una luz de esperanza.
Deseosa de vivir.
Sobrevivir.
Sobrevivir, por esa razón,
que le mantuvo con vida tanto tiempo.
Corriendo entre oscuridad.
Gritaba.
No te alejes esperanza,
que sigo aferrada a ti,
déjame vivir,
déjame ser feliz,
déjame ver la luz y guíame.
Déjale ver la luz...
Elizabeth Cubillo M

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